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El anuncio de la detención de cuatro miembros del Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP) realizado por el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CCFFA), general EP David Ojeda Parra, resultó doloroso para los agentes de la Policía, quienes vieron cómo otros se adjudicaban el mérito por un trabajo que habían estado preparando durante meses.
Fuentes informaron a CARETAS que la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote) y la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac), con el respaldo de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior (Digimin), habían estado planificando la captura de los narcoterroristas desde julio. De hecho, esta revista tuvo acceso al plan de operaciones y a un documento en el que se informaba a la fiscal Gladys Palomino que la acción se llevaría a cabo el 5 de agosto. Sin embargo, esto nunca sucedió.
Para llevar a cabo la operación, era necesario solicitar el apoyo del Comando Especial del Vraem, a cargo del general EP Hugo Molina, quien aparentemente estaba dispuesto a brindar sus fuerzas para la misión. Sin embargo, una orden del CCFFAA cambió el curso de los acontecimientos.
Según las mismas fuentes, el Comando Conjunto habría ordenado abandonar la misión debido a que tenían algo “mucho más grande” en mente. Fue una gran sorpresa para los policías cuando el miércoles 18 de septiembre, Ojeda Parra se adjudicó el mérito por la ejecución del plan en el que habían estado trabajando durante meses.
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De hecho, Ojeda Parra solo reconoció a Octavio Vargas Ñahuicopa, alias “Ciperian”, uno de los cuatro miembros del MPCP capturados, indicando que los otros tres aún no habían sido identificados. Esto, a pesar de que en el plan de operaciones elaborado por la Dircote se identificó a “Laura”, “Óscar”, “Herlinda” y “Efraín” como objetivos.
La vigilancia del equipo policial a los narcoterroristas comenzó el 15 de enero de este año, cuando identificaron que Grimaldo Quispe Huamaní, alias “Chato Mendoza”, llegó al centro poblado de Huarcatán en Huanta (Ayacucho) para recolectar 400 cartuchos de dinamita de mineros informales para utilizar en emboscadas contra policías y militares.
A lo largo de los meses, la Dircote detectó más incursiones de narcoterroristas que portaban fusiles Galil y AKM, radios de onda corta y recolectaban dinamita o realizaban actividades de agitación y propaganda en diversos centros poblados de Huanta, además de llevar a cabo labores de vigilancia y control de traslados de PBC.
La última gran incursión del CCFFA en el Vraem se produjo en el marco de la “Operación Tukuy”, que fue ampliamente criticada por los escasos resultados obtenidos y la falta de transparencia en cuanto a sus costos.