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MADRID, 16 de octubre (EUROPA PRESS) –
El hambre causada por los conflictos ha alcanzado niveles históricos y resulta en la pérdida de entre 7.000 y 21.000 vidas diarias en todo el mundo. Este es el desolador panorama que revela el informe ‘Food Wars’ de Oxfam Intermon, publicado en el Día Mundial de la Alimentación, el cual analiza 54 países afectados por conflictos que impactan a casi 281,6 millones de personas que sufren de hambre aguda en la actualidad.
Además, en estos países, los conflictos han sido una de las principales causas de desplazamientos forzosos, que actualmente afectan a más de 117 millones de personas, una cifra récord.
El informe señala que la causa del hambre no se limita solo al conflicto, ya que las partes beligerantes también utilizan los alimentos como arma, atacando infraestructuras de alimentos, agua y energía, y obstaculizando la ayuda alimentaria de manera deliberada.
“En un mundo devastado por los conflictos, el hambre se ha convertido en un arma mortal que las partes utilizan, violando las leyes internacionales y provocando un alarmante aumento de muertes y sufrimiento”, afirmó Emily Farr, responsable de Seguridad Alimentaria y Económica de Oxfam Intermón.
Las crisis alimentarias actuales, según la organización, son en gran medida causadas. Por ejemplo, en Gaza, donde actualmente el 83% de la asistencia alimentaria necesaria no llega, casi medio millón de personas están sufriendo de hambre, al igual que en Sudán, donde más de 750.000 personas “están muriendo de hambre debido a los efectos mortales de las guerras en los alimentos, que probablemente perdurarán a lo largo de generaciones”.
El informe también destaca que la mayoría de los países analizados (34 de los 54) poseen recursos naturales abundantes y dependen en gran medida de la exportación de materias primas. Por ejemplo, el 95% de los ingresos de las exportaciones de Sudán provienen del oro y el ganado; el 87% de los de Sudán del Sur, de los productos petrolíferos; y casi el 70% de los de Burundi, del café.
En América Central, las actividades mineras han provocado conflictos violentos, obligando al desplazamiento de la población que no puede seguir viviendo en un entorno tan degradado y contaminado.
Oxfam Intermón sostiene que, con demasiada frecuencia, las iniciativas actuales para la paz y la reconstrucción tras los conflictos buscan fomentar la inversión extranjera e impulsar economías basadas en la exportación, lo cual puede generar mayor desigualdad y sufrimiento, y avivar los conflictos, según advierte la entidad.
La explotación de recursos naturales suele intensificar la violencia, desigualdad e inestabilidad, y provocar nuevos conflictos. “También es común que las inversiones privadas a gran escala, tanto extranjeras como nacionales, intensifiquen la inestabilidad política y económica en estos países, donde los inversores controlan la tierra y los recursos hídricos, obligando a la población a abandonar sus hogares”, afirmó Farr.
Los conflictos tienden a agravar otros factores, como fenómenos climáticos, inestabilidad económica o desigualdades, impactando los medios de vida de la población. Por ejemplo, la crisis alimentaria en África Oriental y el sur de África se ha visto agravada por sequías e inundaciones, así como por el aumento de los precios de los alimentos a nivel global, asociado a cierres durante la pandemia y otras interrupciones en la cadena alimentaria relacionadas con el conflicto en Rusia y Ucrania.
CUATRO DÍAS DE CAMINO CON SUS HIJOS
Muchas personas desplazadas son mujeres, niñas y niños. Este es el caso de Aisha Ibrahim, de 37 años, quien tuvo que caminar durante cuatro días con sus cuatro hijos desde Sudan hasta Joda, al otro lado de la frontera en Sudán del Sur, dejando atrás a su esposo para proteger su hogar. “Antes vivía en una casa de verdad. Nunca me habría imaginado estar en esta situación”, compartió.
Dada la situación actual, el compromiso de la comunidad internacional de lograr el objetivo de “hambre cero” para 2030 sigue siendo poco realista. Oxfam Intermón insta a los Estados y las instituciones de todo el mundo, incluido el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a responsabilizar a quienes cometen “crímenes de hambre” de acuerdo con el derecho internacional.
Para romper el ciclo de inseguridad alimentaria y conflictos, los líderes mundiales deben abordar de frente las condiciones subyacentes, como el legado colonial, las injusticias, las violaciones de los derechos humanos y las desigualdades, en lugar de ofrecer soluciones temporales que solo funcionan como parches, según indica Oxfam Intermón.
“Los esfuerzos por la paz deben ir acompañados de inversión en protección social y fomento de la cohesión social. Las soluciones económicas deben priorizar el comercio justo y sistemas alimentarios sostenibles”, concluyó Farr.