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Conocida principalmente como presidenta del Centro de Estudios de Aviación Profesional AVIA, María Isabel León se destacó en la escena gremial como líder de la Confiep. A partir de esa experiencia, comenzó a escribir una columna dominical en el diario Correo, cuyos resultados se han recopilado en “Siempre en Domingo” (Universidad Continental 2024). En la presentación del libro en la Feria del Libro intervinieron Roque Benavides y José Dextre. “Mi estilo al escribir es el de artículos muy cercanos que buscan ser empáticos. Suelo utilizar referencias de libros de otros autores para dar dinamismo al tema que estoy tratando”, afirma. “La verdad es que ha sido muy gratificante para mí encontrarme con personas en la calle que no conocía y que se acercaban a saludarme para decirme que leían mis artículos y que los esperaban cada domingo. Incluso en una ocasión acompañé a mi esposo a una reunión de Emaús en la cárcel y un recluso se acercó a mí y me dijo que también leía mis artículos cada domingo, lo cual me conmovió mucho. Realmente tiene un impacto y esto me motivó a publicar el libro.
–Llegó a la cabeza de Confiep sin provenir de un sector tradicional del empresariado. ¿Qué la llevó a emprender?
Siempre he tenido espíritu emprendedor. Desde muy joven descubrí que comercializando cosas podía adquirir ciertos servicios o incluso viajar. Hacer muchas cosas sin depender de nadie quedó en mí desde temprana edad. Siempre he tenido la aspiración de crear algo por mi cuenta y en colaboración con otras personas. Tengo en mi ADN la idea de no depender de otros. Fundé un centro educativo en 1992, con un socio que era mi compañero de trabajo. Hemos crecido juntos y logramos desarrollar una institución que lleva 32 años funcionando. Después he emprendido otras cosas, pero básicamente soy empresaria. No puedo decir pequeña empresaria porque me coartan la lengua. No existen pequeñas, medianas o grandes empresarias, son empresarios. No hay que estigmatizar diciendo que solo son los grandes empresarios. Todos generamos algún tipo de servicio, algún tipo de bien y creamos puestos de trabajo.
–Pero pasar de la pequeña empresa a la mediana es muy difícil. ¿Cuál es el problema?
Tenemos más de 3 millones de micro y pequeñas empresas. Muchas se mantienen en este estancamiento porque existen trabas tributarias que hacen más atractivo permanecer en ese nivel. Es decir, hay personas que podrían tener una empresa mediana o grande y deciden quedarse en las pequeñas empresas porque las dividen en varias, lo que les permite acceder a ciertos beneficios fiscales. Para unificar la visión empresarial deberíamos hablar de impuestos planos. En Irlanda, un primer ministro impuso que los impuestos que pagaban los ciudadanos fueran todos del 10%. El diezmo. No había diferencia. Esto generó, increíblemente, más inversión y desarrollo. Deberíamos buscar una solución que sea equitativa para todos, que no marque diferencias y que sea fácil de entender. Yo capacito a mujeres dentro de mi actividad educativa en el ámbito de responsabilidad social de grandes empresas, para que desarrollen sus habilidades y puedan crear pequeños negocios para crecer. Ha sido difícil convencerlas en primer lugar de formalizarse debido a los costos que implica. También nos cuesta que se mantengan dentro de la formalidad, ya que es más fácil saltar al barco y quedarse en la informalidad. Hay una serie de obstáculos que se dejan para que sean asumidos por el sector formal. Lo mismo ocurre en el ámbito laboral. Es el país que tiene más gratificaciones, más días de vacaciones, la mayor CTS, la indemnización por despido más alta. Quizás los congresistas lo hacen con buena intención, pero lo que hacen es cerrar la posibilidad de que las personas en la informalidad puedan acceder a la formalidad. Es un asunto de burocracia que debemos despejar y crear una normativa mucho más sencilla, flexible y comprensible para todos.
–Es un poco impactante tener toda esa estructura y, sin embargo, Perú sigue siendo un país de ingresos muy bajos en su mayoría.
No solo eso, sino que el nivel de evasión fiscal se estima en más de S/.51 mil millones al año. Mira esto desde una perspectiva macro. Tenemos un pequeño grupo de ciudadanos que son los que pagan impuestos, que están en la formalidad y que son los que contribuyen al presupuesto público y para satisfacer todas las necesidades del país. Tenemos un Estado sostenido formalmente por el 20% de la población. El otro 80% busca la manera de salir adelante, recuperarse, generar ingresos para sí mismos, pero básicamente no contribuyen al fisco nacional.
–Otro aspecto que menciona en el libro es la importancia de las empresas familiares. Generan entre el 60% y 70% del empleo y el 40% del PBI. Pero, en la situación que describió, ¿ese modelo también está siendo una carga de alguna manera?
Existen muchas empresas familiares que son grandes conglomerados y tienen un éxito a nivel mundial. Lo importante es que la empresa familiar no esté asociada a la informalidad. Deben estar estructuradas y tener una buena gobernanza para que todos los miembros tengan claras sus responsabilidades dentro de ella.
–Acaba de mencionar el papel de la Responsabilidad Social Empresarial, que ha evolucionado con los años. ¿Cómo se entiende ahora?
Más que ponerle una etiqueta con un nombre que puede variar de período en período, la forma de entenderla es la acción que genera cualquier tipo de organización que trabaje en la sociedad. Ya no solo es importante pensar en los accionistas de una empresa como beneficiarios, sino también en la comunidad que la rodea. Generar valor es compartir ese éxito con las personas cercanas que tienen ciertas carencias que uno puede de alguna forma subsanar sin necesidad de suplantar al Estado. Puede estar relacionado con el nivel educativo, empoderar a las mujeres para que tengan mejores ingresos o capacitar a líderes en temas de desarrollo personal. No solo en zonas urbanas, sino también en zonas rurales.
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–Usted menciona que los peruanos hemos desarrollado una resiliencia a prueba de políticos. ¿Significa esto que las empresas deberían tener un papel más activo en lo público?
El crecimiento del PBI en los últimos 30 años ha sido exponencial. Ha logrado sacar de la pobreza a muchas personas y definitivamente ha aumentado los ingresos del Estado para generar más desarrollo y bienestar. Sin embargo, los gobiernos no han sabido gestionar estos recursos. Tenemos una gran parte de la población que no dispone de agua las 24 horas en pleno siglo 21, personas sin sistema de desagüe. En las regiones se observa la falta de carreteras y conectividad, y en los presupuestos públicos muchas veces no se ejecuta ni el 40% al año. Creo que las empresas sienten la necesidad de participar más, no solo en la generación de crecimiento y recursos, sino también en la posibilidad de contribuir al desarrollo de manera más activa para que la redistribución del dinero que va a las arcas públicas genere un bienestar real en la población. Esto se puede lograr mediante un enfoque más técnico hacia el Estado y una mayor participación en Asociaciones Público-Privadas, como en el sector salud, con los hospitales maravillosos Barton y Kaelin de Essalud, que poca gente conoce. Son servicios públicos administrados por privados, que funcionan muy bien a través de obras por impuestos.
–¿Considera la propuesta del Ministerio de Infraestructura como una oportunidad o como un peligro?
Cuando fui presidenta de Confiep lo propuse. Economistas como Elmer Cuba también pensaban igual. Sin embargo, luego sale la presidenta con un discurso de cinco horas y a todos les parece mal. Pero hay aspectos que rescatar. El viaje a China no fue destacado en ningún titular y, sinceramente, me pareció un acierto, ya que demostraba el esfuerzo del Perú por tener presencia en una economía importante para nosotros. El Ministerio de Infraestructura propone retirar a otros ministerios esa capacidad y dejar la gestión a áreas como Educación. Este ministerio tiene un presupuesto de 46 mil millones de soles, el más alto de todos los sectores, y debería centrarse en la gestión de servicios educativos, no en cerrar brechas de infraestructura. Lo mismo sucedería en salud. El ministro de Salud debería concentrarse en mejorar la calidad de los servicios médicos, no en construir hospitales. Siempre existirá la preocupación de la corrupción. Necesitamos abrir la mente para reorganizar nuestro Estado y hacerlo más eficiente. No sé si el proyecto presentado es ideal. Será necesario debatirlo, pero considero que es una buena idea quitar esa atribución a los ministerios sin aumentar la burocracia. También es válido fusionar ministerios en lugar de tener una cantidad excesiva de trabajadores en uno u otro. Así evitamos tener tantos burócratas innecesarios.
–De los 1.6 millones de funcionarios públicos, aproximadamente un millón son burócratas (aquellos que no son soldados, policías, maestros, enfermeras, etc). Se han quintuplicado en los últimos 20 años.
Sin duda. El Estado no sabe gestionar. Debería trabajar en conjunto con el sector privado, que realmente posee la experiencia y capacidad para generar desarrollo.
–Habla sobre el fracaso de empresas estatales. Existe Petroperú, pero también la promesa de Boluarte de no privatizar Sedapal. ¿Más que privatizar, se trata de tercerizar la gestión?
Mencioné esos dos hospitales de EsSalud como un ejemplo. Funcionan de manera excelente y tienen un alto nivel de satisfacción por parte de los pacientes que acuden allí. Son gestionados por una entidad privada. Que una entidad privada administre un servicio público no implica privatizarlo, ya que sigue siendo gratuito o se ofrece bajo ciertas condiciones, pero es administrado y gestionado por una entidad privada que lo hará mucho mejor. Debemos encontrar la forma de combatir la corrupción, pero es necesario abrir la posibilidad de que el sector privado participe en la gestión de algunos servicios públicos que no son eficientes y que la población necesita recibir con mayor calidad. Lo mismo ocurre en el ámbito educativo. En vez de centrarse en los vouchers, que podrían ser iniciativas poco factibles, la posibilidad de que el sector privado gestione la escuela pública queda abierta. No solo construir infraestructura y equipar las escuelas, sino también gestionarlas. Debemos ajustar las opciones a la realidad, revisar la legislación y hacerlas viables, pero esa es la dirección en la que debemos avanzar.
–En su gestión en Confiep abogaba por gremios más presentes en la esfera pública. Actualmente, hay más empresarios involucrados directamente en la política. ¿Se encuentra usted interesada en participar