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Llevar a la pantalla grande la historia de una tragedia como la muerte de Mónica Santa María, una de las dalinas del recordado programa infantil Nubeluz, siempre generará controversia, pero en el caso de Sube a mi nube, esta controversia no logró captar la atención del público, ya que en su primera semana tuvo muy poca asistencia en las salas, lo que indica que no durará mucho en cartelera.
Es una lástima, porque aunque no es una gran película, cuenta con una buena dirección de Sergio Barrio y buenas actuaciones, tanto de las protagonistas como de todo el elenco, pero sobre todo, nos transporta en el tiempo hasta 1990, cuando se estrenó Nubeluz y se convirtió en un fenómeno mundial transmitido en 24 países, siendo la producción más grande de la televisión peruana, algo que se refleja poco en la película, donde solo vemos un programa infantil en el que las conductoras cantan, cuando Nubeluz fue mucho más que eso: estructuras inmensas para juegos increíbles, una escenografía espectacular que abarcaba todo el Coliseo Amauta, creando un mundo mágico que estaba en una nube y que incluso tenía su propio idioma: el glúfico.
Quizás el problema principal es que no decidieron si hacer una ficción sobre la depresión y la salud mental de una persona no identificable que alcanza la fama prematuramente o afirmar directamente que se trata del biopic de Mónica Santa María y su trágica muerte. Personalmente, pienso que así es, pero no se atreven a afirmarlo, quizás por temor a alguna demanda, por lo que se habla de “una ficción inspirada en…”. Sin embargo, Mónica se llama Mónica, Almendra se llama Almendra, los novios tienen los mismos nombres que en la vida real: Tino y Marcelo, respectivamente, e incluso reconocemos al productor Joaquín (Joaquín Vargas). El único que tiene otro nombre es Genaro (Delgado Parker) que en la película aparece como Samuel.
El programa de la película no se llama Nubeluz, sino Sube a mi nube, pero es imposible negar a qué espacio se refiere. La entrada del programa es la misma, utilizan la misma canción de apertura y otras que se hicieron populares en esa época. Sin embargo, hay otras cosas que evitan: no se refieren a las conductoras como dalinas, ni mencionan cíndelas, gólmodis, nubecinos o nubetores. Tampoco dicen la frase que se convirtió en una especie de saludo: “Grántico pálmani zum”, que significaba algo así como “¡Preparados, listos, ya!” porque, bueno, no es la historia del programa, sino la tragedia que rodeó a Mónica Santa María.
¿Es eso malo? No. Es completamente válido. Existenden películas sobre muertes trágicas de estrellas como Freddy Mercury, Selena, Amy Winehouse y muchas más, ya que sus historias no solo tienen todos los ingredientes para captar la atención del público, sino también la posibilidad de concienciar sobre la depresión y la salud mental, como intenta hacerlo Sube a mi nube, con los créditos finales para que esos problemas dejen de ser un tabú.
Desafortunadamente, hablar sobre las sombras de una de las conductoras no tuvo el resultado esperado. Probablemente si hubieran optado por hacer una película sobre lo que significó Nubeluz, reuniendo a todas las dalinas que pasaron por el programa y algunos personajes que comenzaron allí y ahora son famosos en diferentes áreas, tal como lo hicieron en los shows producidos por Tondero, con una increíble aceptación, la audiencia habría sido mayor. No siempre la controversia vende. A veces, la nostalgia de momentos felices puede más.